Si a uno le parece fútil y si uno no pierde el tiempo con una palabra que
no significa nada...El primer pensamiento que revolotea en esa cabezas
es de índole bacteriológica: hallar su origen etimológico, histórico
o psicológico, por lo menos. Por los diarios se entera uno que a la cola
de una vaca santa los negros Krou la llaman:
DADA. El cubo y la
madre en cierto lugar de Italia:
DADA. Un caballo de madera, la
nodriza, doble afirmación en ruso y en rumano:
DADA. Hay sabios
periodistas que ven en estos un arte para los críos, y otros santos
jesúsllamandoalosniñitos del día, el retorno a un primitivismo seco
y ruidoso, ruidoso y monótono. La sensibilidad no se construye sobre
una palabra; toda construcción converge en la perfección que aburre,
idea estancada de una dorada ciénaga, relativo producto humano. La obra
de arte no debe ser la belleza en sí misma, o está muerta; ni alegre
ni triste, ni clara ni oscura, regocijar o maltratar a las individualidades
sirviéndoles pasteles de las aureolas santas o los sudores de una
carrera arqueada a través de las atmósferas. Una obra de arte jamás es
bella, por decreto, objetivamente, para todos.
t.t