exito
casi todos los escritores que leo
lucen similares
en la solapa de su libro:
un rostro
que no supera
los cuarenta watts
de existencia.
camperas de cuero gastadas
que se acomodan en la tristeza
de un cuerpo no apto
para el deporte,
nenes invalidos
mirando la fiesta
desde una silla
que no estorba el paso.
estos tipos
atienden
las estaciones de servicio
donde llenan el tanque
los que huyen
y cuando el automovil
o la mujer
retoma la ruta
se encojen de hombros,
vuelven a la solapa
de su libro
a mirar fijo hacia adentro
el sol negro
de las palabras.
y yo
desde la cama
pienso
-mierda, lo lograron.-
hj
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