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en la adolescencia

los circulos

me rebalsaba el pánico.


perdía la conciencia y otras cosas

en la madriguera de la noche,

para despertar

con un silbido metálico

en la memoria.


siempre lo mismo en el bolsillo:

un espiral obsesivo

hecho con el papel

de los cigarros.


vudú bonaerense

o un recuerdo del sol, supongamos.


hoy ya no soy joven

soy mejor, casi un niño

pero hace tiempo

el miedo

flota muerto

en este vaso de cerveza


y conseguí entender

que ni en la mas rabiosa

de las locuras

una serpiente sensata

podría morderse

la cola.


















hj

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